Hace un par de semanas mi primo Jorge tuvo una de las experiencias más terribles de su vida: fue asaltado… ¡y a plena luz del día!
Quienes han pasado por este mismo trance comprenderán cuando digo que es uno de aquellos momentos en los que más temes sufrir algún daño o hasta perder la vida.
Lo primero que se siente al ser asaltado es sorpresa, después tienes el reflejo de proteger tus cosas y luego se siente un profundo miedo que te paraliza o aún peor te hace pensar en defenderte; una de las peores decisiones que podrías tomar.
Felizmente mi primo Jorge recordó los consejos sobre seguridad ciudadana de varios amigos que ya habían pasado por este trauma y logró salir con bien.
Me parece que ahora es mi deber compartirlos contigo, así que por favor pon mucha atención a ellos porque saber qué hacer durante un asalto puede salvarte la vida.
- No mires al asaltante directamente a los ojos. Lo más probable es que esté bajo los efectos de las drogas o el alcohol y podrá interpretar tu mirada como desafío.
- Una de las cosas que más altera a los ladrones son las súplicas insistentes. Así es muy fácil enojarlos (más de lo que ya están) y por lo tanto complicar tu situación. Por eso debes permanecer tranquilo y no hablar más que para dar algunas respuestas a lo que el ladrón te pregunte.
- No te aferres a tus pertenencias. Recuerda que todo se puede recuperar en esta vida, menos la vida misma.
- ¿Sabes karate, tae kwon do o aikido? Guarda tus fuerzas para cuando sea realmente necesario. Nunca se sabe si frente a una patada pueda saltar una pistola.
- Apenas terminado el asalto, busca al policía o serenazgo más cercano y reporta el robo. Cuanto antes lo hagas, más probable será que lo atrapen.
Mi primo Jorge confesó que cuando lo asaltaron, lo primero que pensó fue en defenderse. Pero afortunadamente recordó estos consejos de qué hacer durante un asalto y salió bien librado, pues el ladrón estaba armado y su compinche, que estaba detrás de él y que no había visto, también lo estaba.
“Si hubiera actuado con imprudencia o desesperación, ¡no estaría aquí, contándote mi experiencia!”, me dijo.
